Emergencia de agua en Osorno contingencia
que deja huella en ESSAL
El 11 de julio de 2019 quedará marcado en
la historia de Essal, como el día en que se generó una de las mayores crisis
que hemos tenido que enfrentar como compañía. El derrame de combustible que
dejó a Osorno 10 días sin el suministro abrió una serie de flancos que hasta
hoy nos tiene interna y externamente frente a un mar de incertidumbres.
Sin embargo, toda crisis presenta
oportunidades y para nosotros, esto marca un antes y un después. La
contingencia dejó en evidencia que existe una cultura de la precariedad al
interior de la empresa, en donde se han postergado las soluciones a los
problemas que muchas veces denunciamos.
Nosotros conformamos la primera línea, conocemos
la empresa a fondo, y por lo mismo es fundamental que se inviertan recursos en
los trabajadores y en las condiciones en que estos operan. En ese sentido,
parece primordial que se genere un cambio en los estándares de la dirección. Requerimos una gestión proactiva, una que deje el escritorio y
termine de aplicar un “piloto automático” y/o desconociendo lo que ocurre en el
día a día.
Lo ocurrido no se resuelve con cambios en
los nombres en el directorio y la gerencia. Hay que terminar con esta mala
costumbre de hacer vista gorda a los problemas. No se necesitan discursos ni
palabras de buena crianza; necesitamos acción. Personas resolutivas,
comprometidas, que se la jueguen por soluciones
concretas, eficaces y de fondo. No podemos olvidar que existe una relación
importante entre el servicio esencial y la comunidad, y las críticas de la
ciudadanía eran hacia la dirección, no hacia nosotros como trabajadores.
Ahora bien, este también es el momento de
la autocrítica y de asumir responsabilidad de omisión, pues muchas veces
confundimos el concepto de compromiso con el “pasar a la partida”. Permitir la
precariedad es que se vulneren nuestros derechos o que se ponga en riesgo
nuestra vida con el pretexto de “cuidar el trabajo o mostrar profesionalismo”,
eso debe cambiar.
¿Cuál es nuestro desafío? ¿A quién le
corresponde liderar el cambio? ¿Somos acaso los trabajadores los responsables
de llevar a la empresa a una nueva etapa? ¿Están los nuevos directivos
preparados para enfrentar el siguiente ciclo? Interrogantes sobran, lo que
necesitamos ahora es alguien que tome el timón y nos dirija hacia una nueva
ruta, donde la forma de relacionarnos con la gerencia sea a partir de una
comunicación horizontal. Esperamos que se deje la soberbia a un lado, y se
incluya a los trabajadores en los procesos de mejora en la operación y seguridad, a fin de que los cambios no sean simplemente cosméticos. En ese sentido, nos
preocupa la señal de que, a la fecha, las
organizaciones no han sido consideradas en mesa de trabajo alguna que pretenda
abordar los cambios y que a pesar de la retórica nueva era, seguimos
accionando de la misma forma.
El desafío es grande, pero como dijimos en
un comienzo, las crisis también pueden ser oportunidades. Y en nuestro caso
esperamos todos remar para un mismo lado… el lado del respeto a los
trabajadores, a protegernos, pero siempre con el mismo sello distintivo: el del
profesionalismo y compromiso que ponemos al servicio de nuestra comunidad.
Sindicatos Essal